jueves, 24 de junio de 2010

Capítulo II

Confesión
Capítulo II

Me llamo Lawrence Lambert y nací en París, Francia en el hospital Saint Vicent de Paul, un nevado 24 de marzo de 1973. Poco recuerdo de París, de hecho yo era todavía muy pequeño cuando nos mudamos aquí, a Texas. Ya se sabe, yo viví allí cuando tenía una edad en la que prácticamente todas las personas tienen recuerdos borrosos, si es que los tienen. Pero sé que era precioso, habría sido un lugar estupendo para vivir. Sin embargo es lo que tiene el trabajo, era el de mi padre. A mi madre le parecía bien la mudanza, ¿qué puede cambiar mi opinión ahora?
Cuando llegamos a Prosper yo contaba con escasos tres años. No recuerdo muchas cosas, pero sí la primera imagen de mi casa. Para ser franco, no tenía nada que envidiarle a mi antiguo hogar de París, o al menos eso pude admirar más adelante en viejos álbumes familiares. Aún así las vistas, y lamento reconocerlo, eran deplorables en comparación a las de mi ciudad natal.
Es lógico, todos sabemos que si por algo destaca París es por gozar de una impresionante belleza.
Dos años más tarde de llegar allí, nació mi hermano Patrick. Fue una sorpresa para todos, incluidos mis padres. Sin embargo no fue una de esas desagradables, el pequeño supuso una gran alegría en mi familia. Era estadounidense, es fácil imaginar la ilusión que eso provocaba en mis franceses padres. Un hijo estadounidense y otro francés.
Patrick era de cabello oscuro y ojos marrones, no nos parecíamos en nada y eso marcaba más las diferencias que de por sí teníamos, lo más similar que teníamos era la piel, de un blanco inmaculado y aún dentro de este parecido yo era más pálido, mi piel, de hecho prácticamente roza la trasparencia.
En un principio y como es habitual en los hermanos mayores, yo le detestaba, más que a nada. Creía que era superior a mí, hay que decir que ese sentimiento se acrecentaba con la atención que le dedicaban al pequeño, que además no gozaba de muy buena salud.
Afortunadamente, con el tiempo aprendí a llevarlo bien y solía ayudarlo. Yo era más inteligente, no es por alardear, pero es así. Siempre andaba detrás de él vigilando sus movimientos, era un bicho inquieto que no dejaba de fracturarse huesos, hacerse horribles heridas y, en general, provocar desastres.
Y puedo asegurar que entonces nos vino muy bien tener dinero, si hubiéramos sido de clase más baja mi hermano no hubiera sobrevivido a muchos de sus accidentes.
En el colegio yo destaba por mis altas cualificaciones, mi hermano sin embargo era un imposible según los profesores. Más adelante les comunicaron a mis padres que Patrick sufría un importante trastorno de atención, no es de extrañar, era hiperactivo.
La verdad, creo que lo que sentí durante mi infancia por mi familia fue bonito en su cierto modo, supongo que es a lo que la gente llama amor, afecto, cariño... yo lo tacho de simple dependencia y es que, ¿cómo no vas a querer a la mano que te da de comer?
Pero vamos a dejar eso a un lado, ya que puede provocar muchas disputas.
Lo cierto es que, desde ese punto de vista tuve una infancia bastante buena, aunque bien hay que decir que siempre mostré unas aficiones bastante extrañas. Adoraba guardar insectos y animales pequeños para torturarlos un poco. Nada grave. O, al menos, no lo era por aquél entonces, estaban todos absortos con el pequeño Patrick como para atender a lo que yo les hacía a esos bichos. Además, nadie se hubiera alarmado, eran solamente insectos ¿Quién no le ha arrancado las alas a una mosca y después la ha observado retorcerse? Es uno de los pocos placeres de la vida del infante.
El ser humano es cruel, pertenece a nuestra naturaleza, no hay modo de evitarlo.
Yo entonces no sabía que aquella fascinación por la muerte crecería y crecería hasta convertirme en lo que hoy en día soy, simplemente disfrutaba de esa sensación de poder.
Las navidades en las que yo contaba con nueve años le regalaron a mi hermano un perro, por recomendación del psicólogo que le trataba, decían que le ayudaría con su problema.
El pequeño Patrick se puso muy contento al ver al cachorrillo, recuerdo que ambos correteban por la alfombra del salón mientras yo, en el sillón, admiraba las páginas de mi nuevo libro.
He de admitir que siempre fui un gran amante de los libros y eran uno de mis regalos favoritos. No recuerdo el nombre del libro, creo que yo también le prestaba más atención al animal, pero de un modo bien distinto al que lo hacían mi hermano y mis padres.
Yo veía en el animal otro experimento de los míos, una de esas criaturas inferiores.
Quizá en ese momento no lo viera de una manera tan clara, pero ahora sé que así era, mi mente entonces empezaba a mostrar ciertos rasgos que se agudizarían a medida que pasaran los años.
Y en junio, cuando tenía diez años cometí mi primer crímen contra el perro de mi hermanito. Él estaba en la bañera, yo me había quedado en las escaleras del patio con mi inseparable libro. El perro correteaba delante de mí, ya había alcanzado un tamaño considerable pero seguía siendo igual de revoltoso. Yo maté al perro, no lo pude evitar, fue algo que surgió de mi interior, cuando me miró con esos brillantes ojos parduzcos, mientras babeaba sobre mis pies. Y esa oleada de asco que sentí al principio se transformó de manera casi increíble, en una creciente ira que no logré controlar. Le asfixié, recuerdo que el animal gemía mientras yo apretaba más y más con mis pequeños dedos sobre su cuello, obstruyendo cualquier vía de entrada de oxígeno. Y murió entre mis brazos, bajo mi atenta mirada, estaba hipnotizado y ya entonces descubrí que aquello era algo mágico, aunque aún no alcanzaba a entender lo que la muerte en sí sería algún día para mí.

2 comentarios:

  1. Soy Law, el autor xD
    Lógicamente el capítulo es más largo, mas no me queda tiempo, lo siento ^^
    Además espero en breve tener noticias de varias editoriales.
    Espero que por ahora les guste esta parte.
    Muchas gracias por leerme y ya saben, comenten por favor.
    Lo dije antes pero lo repetiré una vez más, toda crítica es bienvenida en este pequeño mundo, positiva o negativa, es la clave: mejorar.

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  2. Buah genial!!! Si tuviera que sacarte una pega seria que no dejas espacios, pones punto y aparte y aunque cambies de tema, no haces un espacio y eso puede hacer que cueste un poco leerlo

    Pero la historia me tiene super atrapada!! me encanta!

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